hacia el horizonte

patricio - ven!
melissa - mmmh es que...
patricio - es sencillo. te encantara!!
melissa - es que me da miedo.
patricio - a todos nos dio miedo alguna ves.
melissa - es que si quiero pero...
patricio - pero...?
melissa - pero y si me caigo? y si las cosas no salen como yo quiero?
patricio - no te vas a caer. no pasara nada.
melissa - mejor me quedo aqui. es mas comodo.
patricio - que pasa melissa?
melissa - es que no me quiero arriesgar patricio.
patricio - porque no?
melissa - parece peligroso, es diferente.
patricio - si parece, pero en realidad una vez que lo intentas todo es muy facil.
melissa - pero yo he estado aqui todo el tiempo!!
patricio - yo tambien habia estado alli todo el tiempo pero una ves lo intente y fue genial!!
melissa - y que se siente?
patricio - es lo mejor del mundo. ya no quieres nada mas.
melissa - me prometes que no me pasara nada?
patricio - te prometo que te tomare de la mano fuertemente todo el tiempo.
melissa - no mejor aqui me quedo.
patricio - te cambiara la vida.
melissa - patricio me muero por intentarlo.
patricio - lo se, se nota en tus ojos.
melissa - ayudame. quiero ver que se siente.
patricio - aqui estoy. vamos juntos.
melissa - bueno. como lo haremos?
patricio - tomame de la mano y sigueme. pase lo que pase no te sueltes de mi.
melissa - ok, te creo. corremos fuerte, va?

lo que sucedio despues fue simplemente indescriptible. por unos instantes parecio que el tiempo se detuviera y la naturaleza fue testigo de como dos ninios de 8 anios tomados de la mano iban corriendo lo mas rapido que podian pendiente abajo por una pradera que daba a un acantilado de mas de cuatrocientos metros.

al llegar al borde del precipicio el ninio salto con todas sus fuerzas y la ninia lo siguio. comenzaron a caer pero no se soltaron. la sorpresa se asomaba en sus rostros mientras veian cientos de gaviotas volar a su alrededor. sintieron una fuerte brisa rozar su piel y dejaron de caer. parecia como si flotaran. el terror desaparecio y poco a poco se fueron perdiendo en el horizonte aun tomados de la mano, como persiguiendo al sol que se metia en la orilla del mar.